Si el año pasado fue por necesidad, esta vez será por decreto. Los ayuntamientos jienenses las están pasando canutas. De hecho, hay unos cuantos que ya han salido 'en los papeles' porque ni tan siquiera pueden pagar los sueldos a sus trabajadores. Los municipios no están para fiestas. Sí, en el sentido literal de la expresión. No lo están porque, en tiempos de restricciones, hay que 'prescindir de lo prescindible'. Y el jolgorio, desgraciadamente, lo es. Por ahora no ha trascendido ningún consistorio que haya decidido cortar por lo sano, suspendiendo la feria y... 'aquí paz y allí gloria'. En otras provincias sí que ha sucedido. Es el caso, por ejemplo, de Aznalcóllar, en Sevilla. No hay presupuesto para estos menesteres con una deuda estratosférica y sin haber abonado las nóminas del último mes a los funcionarios.
En Jaén no se ha adoptado por ahora decisiones tan drásticas como la de Aznalcóllar, pero sí que se ha rebajado de forma considerable las partidas. Si nos centramos tan sólo en las localidades con más habitantes, estas reducciones oscilan entre el 10 por ciento de Alcalá la Real y el 33 por ciento de Úbeda. ¿Dónde han metido la tijera? Pues fundamentalmente en los capítulos relacionados con las infraestructuras -sobre todo en el alumbrado-, pero también se ha tocado los programas, limitando el número de actos pero intentando a la par que la calidad no se resienta en exceso.
Mirando la rentabilidad
El edil de Festejos de Alcalá la Real, Rafael Hinojosa, ha comentado que estos ajustes se han llevado a cabo por dos vías. Por una parte, suprimiendo eventos que son deficitarios. Especialmente controvertido ha sido el caso de Titereal. Hinojosa ha explicado que el festival, como tal, no se celebrará por razones como escasa asistencia de público o déficits artísticos, «lo que no quiere decir que no esté previsto teatro de títeres a lo largo del ejercicio». La otra fórmula de ahorro es disminuyendo gastos corrientes dentro de la propia Concejalía y otros relativos a cartelería y publicaciones. La cuestión es que la asignación para los Festivales de Otoño ha menguado un 10 por ciento, un porcentaje que sube incluso hasta el 12 por ciento en el caso de Etnosur, que esta edición acabará a las tres de la tarde del domingo -evitando todas las actividades vespertinas de la última jornada-.
En Linares también se ha optado por quitas importantes. La Feria de San Agustín de 2010 valdrá un 15 por ciento menos. Al igual que en 2009, no habrá las tradicionales luces en el Paseo de Linarejos y tampoco se destinará nada a la mejora del ferial, y más teniendo en cuenta que se acaba de estrenar el nuevo recinto.
Jerónimo García, concejal de Úbeda, dispone de 100.000 euros menos para organizar San Miguel -ha pasado de los 300.000 euros de 2009 a 200.000 en el presente-. «Nosotros preferimos invertir menos en aspectos que no son indispensables como la iluminación, uno de los apartados más gravosos, y respetar los espectáculos para los niños o los aspectos culturales», comenta. «Otra de las fórmulas -añade- es intentar agrupar pequeñas celebraciones para optimizar costes energéticos, de montaje o de promoción».
Jerónimo García señala que otra de las claves para obtener descuentos es actuar con mucha previsión. Él mismo asegura tener apalabrados contratos desde noviembre. «Siendo conscientes de que muchos artistas siguen manteniendo cachés desorbitados, el cerrar las operaciones con mucha antelación te permite exprimir a las empresas productoras y los managers», dice García. Respecto a los precios, García aboga un sistema mixto. «Por una parte, tenemos los conciertos de referencia, como el de Estopa o Joaquín Sabina, que dan enjundia y que son exclusivos en Jaén o Andalucía, y que cuestan lo que cuestan, y otros que son gratuitos, o con entradas simbólicas, pensados para la mayoría y justificables en coyunturas tan difíciles para las familias como la actual».
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