Según la Organización de Consumidores o Usuarios, Eroski,
Hojiblanca en envase de plástico, Coosur, Ybarra, Consum, Arteoliva,
Condis, Olisone, Aliada, Maeva y Olián dan gato por liebre: en sus
envases leemos virgen extra y en realidad se trata de aceite virgen sin
más. ¿Qué quiere decir esto? Nada grave desde un punto de vista
sanitario, pero sí un engaño en términos de aroma y sabor: los aceites
en cuestión no cumplen los mínimos exigidos para el extra, que son una
acidez inferior a 0.8º y una nota en un panel de cata de 6,5 como
mínimo.
Como es lógico, la mayoría de los aludidos niegan las acusaciones e
insisten en que el informe no se adecúa a las normas de la UE. Según
estas grandes empresas, el análisis aleatorio de muestras recogidas en
supermercados no cumple los requisitos suficientes para ser creíble.
Hojiblanca y Arteoliva aseguran incluso que demandarán a la OCU por el daño que ha hecho a las marcas con su falta de rigor. "Han analizado dos veces
una misma muestra nuestra para este estudio", dicen desde Hojiblanca. "En una de las ocasiones,
el resultado ha sido de virgen, y en otra, de extra. Entonces, ¿qué
fiabilidad nos ofrece?".
Hace dos años, una inspección de
la Junta de Andalucía ya detectó fraude en el etiquetado de 14 de 25 muestras de aceite analizadas en Jaén, aunque al final nunca se publicaron los nombres de los timadores. En febrero de este año
se desmanteló una red que comercializaba mezclas de baja calidad como si fueran aceite de oliva. Y mientras tanto, críticos gastronómicos tan reputados como
José Carlos Capel claman con insistencia que
la mayor parte del AOVE que se vende en España es menos virgen extra que
Madonna.
¿Qué está pasando con uno de los productos más emblemáticos -si no el
más- de la gastronomía española? Para entender este complicado asunto,
me puse en contacto con
Anuncia Carpio,
bióloga especialista en Grasas y Aceites por el CSIC y reconocida
experta en AOVE. Para Carpio, el estudio de la OCU es "oportuno". "Por
miedo a que baje el consumo, callamos demasiado (las administraciones
sobre todo) y siempre ganan los mafiosos y se perjudican los productores
que trabajan bien".
Carpio no se atreve a dar cifras, pero afirma que muchos aceites que
se venden como virgen extra son o vírgenes a secas o ni siquiera eso.
"Los aceites económicos, casi todos". Respecto a las marcas señaladas en
en informe de la OCU, explica que utiliza algunas de ellas en sus catas
y cursos "como ejemplo de lo que no se puede envasar como virgen
extra".
El problema de este fraude es que por ahora es difícil de detectar
con un simple análisis químico. Para Carpio, la valoración sensorial es
imprescindible: "Un virgen extra no puede tener defectos organolépticos.
La cata es, según el reglamento comunitario, un parámetro fundamental
para la clasificación de los aceites".
Precisamente los paneles de cata sensorial que regulan la
clasificación de los aceites son el principal caballo de batalla entre
las grandes empresas del aceite de oliva por un lado, y los pequeños
productores y consejos reguladores por otro. Las primeras dicen querer
"homogeneizarlos" porque sus resultados son muy dispares. Lo que para
los segundos es sinónimo de "invalidarlos", es decir, de suavizar los
controles y dar carta blanca al falso AOVE.
Fernando Ortega, responsable de la empresa
Iloveaceite,
explica que en países como Estados Unidos, los aceites están sujetos a
diferentes estudios independientes, sobre todo de universidades, que
influyen en su precio. "Esto obliga a mantener estándares de calidad".
Ortega cree que mientras las inspecciones en los lugares donde se
produce el aceite son exhaustivas, una vez llegado a las tiendas los
controles se esfuman. Y es justamente en los lineales de los
supermercados donde se degrada.
"El AOVE es puro zumo de aceituna de máxima calidad", explica. "Un
producto muy delicado que si lo mueves, lo transportas de un lado para
otro, lo almacenas en campas o lo dejas en una estantería a la luz del
calor de los focos como si fuera un cartón de leche, pierde su
cualificación. Ocurre que muchos vírgenes extra con nota de 'aprobado
por lo pelos', en cuanto pasan varios meses mal conservados o expuestos
en lugares inadecuados, esa nota organoléptica baja y por tanto no es un
virgen extra, sino un virgen. Además, si el aceite es viejo o está
expuesto en lugares manifiestamente inadecuados, se ve afectado y se
enrancia. Entonces se cataloga como 'lampante', o sea 'técnicamente no
apto para el consumo'. No porque te envenenes, sino porque está más malo
que los perros".
¿Qué podemos hacer entonces cuando queremos hacernos con un buen
aceite de oliva virgen extra? "La única manera de estar seguro de que lo
que dice la etiqueta es verdad es comprar en origen (directo del
productor) o en tiendas especializadas en las que los dueños saben lo
que compran, controlan las fechas de consumo preferente y mantienen una
conservación adecuada".
Para Ortega, el estudio de la OCU no sólo es "acertado", sino
"necesario". "Gran parte del sector está en manos de seis o siete
empresas gigantes que lo dominan todo, tipo Hojiblanca, Maeva, Acesur
(Coosur)... curiosamente los más afectados. Este tipo de informes, lejos
de perjudicar, ayudan a que los que lo hacen bien. Mira lo que ha
pasado en EEUU. Se han cansado de la mierda que mandaban desde España y
han colocado unos fuertes controles de calidad para la importación. ¿Perjudica eso? Sí, a los tramposos... que en este caso son los más grandes. Que se aguanten y hagan las cosas mejor".
En Hojiblanca, la marca líder en España, tienen otra visión del
asunto. "Somos los primeros interesados en que se valore
el aceite de oliva", asegura Pilar García, directora de Comunicación de
la empresa. "En el mismo estudio
hay varias marcas, entre ellas la nuestra, que salen bien con
otras referencias que están mal posicionadas. Nos hacemos entonces la
pregunta: ¿el mismo grupo empresarial defrauda en unos determinados
aceites y en
otros no?".
García coincide con Ortega en que los enemigos de los aceites son la luz, las altas
temperaturas y algunos olores. "Es
muy fácil conseguir que un aceite salga mal parado en un análisis si no
ha sido correctamente conservado. Si un producto congelado o un yogur
durante su recorrido desde el
envasador hasta el consumidor perdiera la cadena de frío y el producto
no llegará en óptimo estado, ¿estaría su envasador engañando y
defraudando al consumidor?".
García insinúa que tras la polémica están los intereses de países
competidores, sumados a los de "un grupo reducido de personas" que viven
de la cata o defienden "un
aceite de calidad extrema e inalcanzable frente a la otra gran mayoría
que tiene que vender sus aceites". "El país debería reflexionar
seriamente
sobre estas situaciones críticas del sector, ya que nos posiciona muy
por debajo con respecto a otros", afirma García.
No sé si el informe de la OCU estará bien o mal hecho. Si finalmente
hay demanda, se pronunciará la justicia, y más les vale a las empresas
aceiteras tener más suerte que
los productores de leche, estrellados en un caso similar.
Lo que no puedo compartir es esta costumbre de rasgarse las vestiduras
que tienen los gremios alimentarios españoles. Cada vez que alguien
denuncia o critica las malas prácticas de unos cuantos, generalmente los
más poderosos, se le acusa de "hacer daño al sector" al completo y de
"poner en peligro puestos de trabajo". Y yo me pregunto: ¿no hace más
daño al sector la falta de autocrítica, la baja calidad de los productos
o la posible existencia de fraudes?