La víctima le dio un beso a su hijo y se arrojó de un segundo piso tras llamar al timbre un miembro de la comisión judicial
26.10.12 - 00:59 -JAVIER MARTÍNEZ | | VALENCIA
Un hombre de 53 años de edad, Manuel G. B., se arrojó
ayer al vacío desde un segundo piso en Burjassot cuando estaba a punto
de ser desahuciado. La víctima, que sobrevivió a la caída, besó a su
hijo de 23 años en la mejilla segundos antes de intentar suicidarse
delante de la comisión judicial y un policía local.
Los hechos ocurrieron sobre las diez y media de la mañana
de ayer en el número 44 de la calle del Maestro Fernando Martín en
Burjassot. Manuel G. se encontraba en la vivienda con su hijo Carlos y
su mujer, que estaba aún en la cama por una fuerte depresión.
Según informaron fuentes jurídicas, el vecino de
Burjassot se lanzó al vacío desde su balcón cuando un miembro de la
comisión judicial llamó al timbre de la puerta 4. De inmediato, los
funcionarios llamaron al teléfono de emergencias 112 para que enviaran
una ambulancia con suma urgencia.
El policía local comprobó que Manuel G. mantenía la
constantes vitales. La víctima también fue asistida por un bombero hasta
que llegó un equipo médico del SAMU. Manuel G. estaba semiinconsciente
debido al fuerte traumatismo craneal que sufrió. Los sanitarios temieron
por su vida cuando vieron el charco de sangre en el suelo y la brecha
que tenía en la cabeza.
Tras ser estabilizarlo en la ambulancia, el SAMU trasladó
al hombre al Hospital La Fe, donde quedó ingresado en estado muy
grave. El hijo de la víctima explicó a la comisión judicial que su
padre le había dado un beso, a modo de despedida, segundos antes de
arrojarse por el balcón. El joven estaba viendo la televisión cuando
ocurrieron los hechos.
Las mismas fuentes jurídicas señalaron que el desahucio
fue sus pendido tras el intento de suicidio. Un equipo de Policía
Científica acudió a la calle del Maestro Fernando Martín para realizar
las correspondientes diligencias y enviarlas al juez de guardia.
Un amigo de la víctima manifestó a LAS PROVINCIAS que
Manuel G. «llevaba mucho tiempo en el paro», y atravesaba una difícil
situación económica. «Su mujer está medicada por la depresión que
padece», explicó el vecino de Burjassot. «Estaba en la cama cuando su
marido se tiró por el balcón y no sabíamos cómo decírselo», añadió el
hombre. El matrimonio tiene otra hija, que no se encontraba en la
vivienda cuando ocurrieron los hechos. «Viven en esta finca desde que se
casaron», señaló una vecina con el rostro cariacontecido. «No sabíamos
que iban a perder la casa», agregó la mujer.
Cuatro desahucios en un día
El lanzamiento (despojo de una posesión por orden
judicial) de la vivienda de Manuel G. estaba previsto para las diez y
media de la mañana de ayer. La comisión del juzgado de Paterna había
organizado otros tres desahucios en la carretera de Llíria y las calle
Luis Vives y Ramón y Cajal de Burjassot. En los últimos meses, los
lanzamientos de bienes han aumentado en esta localidad debido a la
crisis económica, por lo que algunos días se realizan hasta cuatro
desahucios. Uno o dos policías locales acompañan siempre a los
funcionarios del juzgado a las viviendas y locales comerciales para
prevenir posibles incidentes.
Las estadísticas del segundo trimestre son muy
preocupantes en la Comunitat Valenciana, donde el número de desahucios
se ha incrementado de 8.222 a 8.613. El desglose de estas cifras por
provincias sitúa a Valencia a la cabeza con 4.345, mientras que en la
provincia de Alicante se registraron 3.206, y en Castellón se
contabilizaron 1.062. La Generalitat y los ayuntamientos trabajan de
forma conjunta a través de convenios que permiten realojar en viviendas
públicas a las personas afectadas por los lanzamientos.
Falta de sensibilidad
Algunas personas que han sido desahuciadas se quejan de
la falta de sensibilidad que pueden llegar a tener los funcionarios del
juzgado. Cuando una persona recibe una notificación judicial de un
desahucio, la tensión nerviosa y la preocupación son máximas. «Muchas
veces se aplaza el lanzamiento y no se comunica al afectado», afirma un
trabajador social. «Hay que cumplir las normas y avisar al afectado para
terminar con su angustia», añade.
Además, muchas personas que reciben prestaciones por
desempleo siguen sin tener suficientes ingresos para hacer frente a sus
deudas. Esto les aboca a situaciones dramáticas, incluso al desahucio y
hasta al hambre.
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