Bajo las altas y abruptas rocas sobre las que
estuvieron las poderosas fortalezas de Cambil y Alhabar -últimas
defensas de los árabes en la frontera de Granada y Jaén-, empiezan en la
ribera del río que por entre las rocas viene, las huertas de la
Moraleda, que llegan hasta la Mata Bexid.
Tienen todavía, a pesar
de las transformaciones impuestas por los cultivos modernos, el aspecto
de aquellos días en que las labraban los moros, para obtener de los
morales que en ella eran la principal riqueza, la hoja que abastecía
ricos criaderos de gusanos de seda, de aquella seda famosa que, aún en
las postrimerías del siglo XV, daba nombre a las huertas de Alí-Cambili
(1).
De tal guisa describía Alfredo Cazabán, hace algo más de
medio siglo, una de las estampas más pintorescas de uno de los pueblos
que, asentado en las estribaciones de Sierra Mágina, dice más de la
calidad de esta comarca jiennense.
A Cambil se llega (que no se
pasa) tras seis leguas, en su mayoría de camino montuoso, que la separan
de la capital del Santo Reino a su mediodía. Camino de la Reconquista y
del romancero que serpentea entre chaparros y olivos en continuo
ascender hasta el alto del Arco de Cambil, desde donde ya se aprecia la
blancura de sus primeras casas, como reflejo de la nevada cumbre del
Almadén.
A Cambil se la conoce bien por su historia (el próximo
año celebrará el V centenario de la toma de sus fortalezas, que según el
Deán Mazas (2) sirvieron de medio para la conquista de Granada), y más
recientemente, y por el entusiasmo de algunos de sus vecinos, por sus
peculiares fiestas de la Aurora, que ellos llaman Tradición de la
Tambora, y que celebran desde tiempo inmemorial en honor de la
Inmaculada Concepción.
Si tú, viajero o escudriñador de las
viejas costumbres, te decides a visitar esta lucida villa en la tarde
del 7 de diciembre para asistir a la salida de la Tambora, seguramente
tendrás que hacer alto junto a los demás visitantes en el Arco de
Cambil, y es que es cosa obligada que los cambileños te reciban y te den
su bienvenida con el ceremonioso ritual con que se acostumbran a hacer
las cosas en esta sierra. Mi buen amigo Julián Ozaez, cicerone amable e
ilustrado, a quien te aconsejo conozcas tanto como a su pueblo, me
explicaba así el extraño recibimiento:
La música se va a la
Moraleda, y toda la gente espera allí a que el autocar cargado de
naturales venidos de otras tierras y otros forasteros den señales de
vida. Estos se paran en el arco y tiran un cohete diciendo que ya están
allí. Nosotros tiramos otro diciendo "que estamos aquí, que estamos
esperando". Tiran ellos otro cohete y dicen "que vamos pallá, que
estamos inmediatamente en el pueblo". Nosotros le tiramos otro y le
decimos que "aquí los esperamos".
Entran los visitantes en el
pueblo, y la banda de música empieza a tocar, en señal de bienvenida,
mientras les acompaña hasta el hostal.
En la actualidad, la
fiesta de la Aurora cuenta con un programa elaborado por una comisión de
vecinos, con la colaboración de la Corporación municipal, de cara
especialmente al visitante. Así, a los actos propios de la tradición se
han unido una velada literario-musical en la tarde del día 7 y un
almuerzo al día siguiente, patrocinado por el Ayuntamiento, consistente
en un buen potaje de habichuelas aderezado con abundancia de chorizo y
morcilla de esta tierra.
La Tambora sale por tres veces en la
madrugada de la Purísima: a media noche, a las cuatro y a las seis de la
mañana, para-desembocar en el Rosario de la Aurora, que tiene lugar por
las calles del pueblo al despuntar el alba. A la tradición le viene el
nombre por la gran tambora con que el grupo de auroros se acompaña en
estas despiertas matutinas. También acompañan las coplas de la aurora
con otros instrumentos, pero sobre todo por un multitudinario coro
compuesto por la mayor parte del vecindario y, en especial, por los más
jóvenes.
EL ORIGEN DE LA TRADICIÓN
Conocida es la
vinculación que existe entre las diferentes fiestas del Rosario de la
Aurora y la Orden de Santo Domingo, como propagadora que ha sido desde
hace siglos de esta popular devoción, una de las pocas que, de origen
tradicional, han encontrado cabida en la liturgia romana.
Podemos
afirmar sin temor a errar que no hay en nuestros pueblos tradición
festiva relacionada con el Rosario de la Aurora que no esté respaldada
por la existencia, en ocasiones en tiempos pretéritos, de alguna
cofradía del rosario. Y es que los frailes dominicos cuidaron mucho,
especialmente en los siglos XVI y XVII, de fomentar la fundación de
estas cofradías en las parroquias aprovechando sus predicaciones en
misiones cuaresmales, novenas y fiestas.
En Cambil la tradición
parecía un tanto peculiar, porque, a lo que la gente recuerda, fue la
Cofradía de Animas, que desapareció en la última guerra, la encargada de
organizar esta fiesta de la Aurora, y es que hay que remontarse algunos
años atrás para encontrar la presencia de su cofradía rosariana.
LA COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
Los
primeros testimonios escritos de esta cofradía de Cambil datan de 1599,
siendo su prioste Alonso Ruiz de Bedmar (3), y de la importancia que
alcanzó en otro tiempo son muestra los numerosos bienes que tenía como
fruto de donaciones piadosas y la abundancia de documentación registrada
en antiguos inventarios del archivo de la parroquia.
Aunque no
conocemos el acta de su fundación, debió de tener lugar ésta en el
último tercio del siglo XVI (4), y podemos adivinar la mano de algún
fraile dominico del Convento de Santa Catalina, de Jaén, que verificara
la fundación en la parroquia, en alguna de sus predicaciones, con
abundancia de público, divulgando las excelencias del rezo del rosario y
las numerosas indulgencias que tenía concedidas por bulas pontificias.
Después nombraría capellán para inscribir a los cofrades, bendecir los
rosarios, enseñar los misterios y predicar las indulgencias del rosario.
En la iglesia, dedicada a Nuestra Señora de la Encarnación, la imagen
de Nuestra Señora del Rosario, como hoy, tenía capilla propia, condición
indispensable que ponían los padres predicadores para la fundación de
la cofradía, donde se guardaban también los enseres propios de ésta.
El
gobierno de la cofradía se componía de un prioste, un mayordomo y
varios oficiales y diputados, los cuales velaban porque se cumplieran
los fines de la institución. Una de las obligaciones de los hermanos era
la de pedir limosna en ciertos días del año, al anochecer, por las
calles del pueblo, y el dinero resultante, unido a la cuota anual que
pagaban los hermanos, servía para costear la fiesta que organizaban el 6
de octubre en honor de su Patrona la Virgen del Rosario, que servía a
su vez de acción de gracias por los resultados de la feria de ganados
celebrada unos días antes (5). Suponemos que sería en esta solemne
celebración cuando tendrían lugar las despiertas que los hermanos de la
cofradía del Rosario realizaban para su asistencia al rosario de la
aurora, trasladándose posteriormente a la fiesta de la Inmaculada por
razones que después expondremos.
En 1831 la iglesia parroquial de
Cambil fue víctima de cierto robo de alhajas sustraídas de la mayor
parte de los altares y capillas que integraban el templo. Del altar de
Nuestra Señora del Rosario se echó de menos una lámpara de plata; la
corona de la imagen apareció violentada y caída hacia un lado, que no le
quitaron por estar clavada a la cabeza; sí lo hicieron con un cetro de
plata del grueso de un dedo y de más de una cuarta de largo, los
manteles manchados de aceite y barro, y en el suelo dos medias lunas
dobladas, como para troncharlas; también un estandarte de la cofradía
sin la cruz de plata, que era de tamaño regular (6). Por estos años los
efectos de la desamortización, de la que no se vería libre ninguna
cofradía de Cambil, debieron de dar lugar a su decadencia y total
desaparición, ya que ni los más ancianos del pueblo tienen memoria de su
existencia.
Pero como secuela de tan arraigada costumbre,
continuó celebrándose la fiesta de la Virgen del Rosario, que por este
tiempo ya era titular del patronazgo de la villa, junto al Cristo del
Mármol. Tampoco desapareció la costumbre de despertar a los devotos para
el rosario de la aurora, que se encargó de organizar la Cofradía de
Animas y que acabó por incorporarla a su repertorio de actividades.
LA COFRADIA DE LAS ANIMAS DEL PURGATORIO
En
las primeras anotaciones del único libro de actas que se conserva de
esta cofradía, su fecha en 1871, aparece una relación de los efectos
recibidos por cierta herencia (7). Entre otros artículos, aparecen
algunos instrumentos de acompañamiento: panderos, esquilones, platillos,
cascabeles, campanillas, cencerros, y además otros que parecen propios
de la desaparecida cofradía del Rosario: 2 arcas grandes, 2 tazas para
pedir, 1 estandarte deteriorado con cruz de plata, 1 lámina con marco de
hojalata, 1 pellejo para el vino de cabida para 2 arrobas, 6 libros de
la cofradía, 9 libros de la cofradía, 12 onzas de cera.
Junto a
este legado heredó, como hemos dicho, la costumbre de procesionar el
rosario en el amanecer de la fiesta de octubre, que probablemente
trasladaría a la Inmaculada por ser más cercana a la Navidad, que era
cuando esta cofradía organizaba casi todas sus actividades.
La
Cofradía de las Animas del Purgatorio es de todas las de Cambil la que
más ha perdurado a lo largo del tiempo. Su fundación apunta a los
primeros años de la erección de su parroquia, apareciendo sus primeros
datos históricos en una carta de poder otorgada por la cofradía en favor
de su prioste en el año 1548, ante el escribano Melchor de Raya (8). Su
junta de gobierno se componía de los siguientes miembros:
Prioste: Juan González Romano.
Alcaldes: Pedro Martínez Domedel y Juan Pérez de Málaga.
Mayordomos: Fernán Sánchez de Castillo y Hernán Pérez de Rejas.
Otros hermanos eran Gaspar de Casas, Pedro Ruiz, Luis López Delgado, Alonso Ruiz de Torres y Francisco Hernández.
El
instituto de la cofradía consistía en la promoción de cultos y oficios
religiosos para la constante memoria y auxilio de las ánimas que padecen
penas en el Purgatorio, obligando a los hermanos a pedir limosna para
costear la novena que anualmente se celebraba por las ánimas, además de
los oficios que debía realizar por los hermanos difuntos, a quienes
acompañaba durante todo el tiempo que duraba el funeral.
La
importancia que en otro tiempo tuvo esta cofradía se refleja en las
numerosas veces que aparece durante los siglos XVII y XVIII en
testamentos de vecinos devotos y fundaciones de memorias y censos a su
favor ,como nos viene a demostrar la gran cantidad de beneficios
registrados a mediados del setecientos en el catastro de Ensenada (9).
La
primera gran dificultad para su supervivencia la encontraría poco más
de medio siglo después con la desamortización de Mendizábal. La
incautación de sus bienes, unida a la prohibición de la demanda de
campo, crearon una situación desfavorable, que se vio agravada por la
escasez de estos años y el enfriamiento del fervor religioso de los
fieles, motivado por los acontecimientos políticos del momento, que
hicieron imposible su subsistencia, no habiendo nadie que se prestase a
asistir a cabildo ni quien se pusiese a su frente.
En 1845,
siendo prior de la parroquia don Diego Alférez, puso de manifiesto su
intento de revivir la cofradía imponiéndole ciertas cargas pero nadie
salió a pedir, pagando apenas alguien con dificultad las dotaciones y
funerales, siendo -según palabras del propio prior- más negligentes los
más ricos (10).
Un año más tarde, y tras un acuerdo con la
Corporación municipal, presidida por su alcalde, don Miguel de Castro y
Castro, se intenta nuevamente impulsar la cofradía, contribuyendo
decididamente tanto los curas de la parroquia, con su desinteresada
prestación a la celebración del culto, como las personas de más
representación de la villa. Debió de tener su origen por estas fechas
aquella tradición que el cronista de la villa nos ha narrado en alguno
de sus artículos sobre la Tambora:
Nos han contado viejos
cambileños, amantes de las tradiciones, que a finales del pasado siglo y
principios del actual, debió de perderse la costumbre según la cual, en
la Cofradía de las Benditas Animas del Purgatorio, de Cambil, había un
alcalde que tenía ciertas especiales prerrogativas.
"El Alcalde
de la Cofradía", que así se llamaba, en virtud de tales prerrogativas,
hacía que en las fiestas de la Aurora las personas más pudientes
económicamente de Cambil, contrajeran determinados compromisos con la
cofradía, tales como ir personalmente con un cántaro a recoger agua a
las fuentes, o barrer la calle, o realizar otros trabajos modestos,
subalternos, propios de las criadas. Aquellas personas elegidas por el
alcalde de la cofradía para estos menesteres, tenían la obligación
ineludible de cumplir el compromiso o, en caso contrario, habían de
pagar una cantidad de dinero estipulada previamente, cantidad esta que
ingresaba en las arcas de la cofradía y que, como el resto de los
donativos recibidos, se destinaba para los sufragios con los que sacar
almas del Purgatorio (11).
No sería ésta la única fórmula
utilizada por la cofradía para sacar el dinero. Otras no menos
originales darían lugar a unas curiosas escenas y costumbres que se
repetirían por todo el suelo de la comarca. La más importante era la
cuestación que realizaban los hermanos el 24 de diciembre por las calles
del pueblo, acompañados de la Tambora y cantando las conocidas coplas
de ánimas:
Dale, por amor de Dios, limosna de caridad a las ánimas benditas, que Dios te lo pagará.
También
salían pidiendo por los cortijos del término y aceptaban no sólo
dinero, sino cualquier producto del campo o la matanza que se les
ofreciera. Estos productos, recogidos en una gran canasta, se exponían
al cabo de dos o tres días bajo el centenario álamo de la plaza para ser
vendidos. Existía la creencia de que había que contribuir a la
cuestación de los animeros con parte del marrano, para que así no se
malograra la matanza, por lo que no era extraño que muchos de los
vecinos guardaran el mejor espinazo para las ánimas.
Con el
dinero resultante de esta colecta se costeaba la novena que tenía lugar
en la iglesia parroquial, en cuyos oficios se cantaban algunas letrillas
alusivas al estado expiatorio de las almas en el Más Allá:
Cuán terribles son mis penas; piedad, cristianos, piedad...
Al
salir de la iglesia, el cristiano se topaba con un hermano de las
ánimas, que, sentado junto a una mesa, recibía las limosnas de los
fieles en un ceverillo colocado junto a una calavera humana, metida en
su cajeta, cuyo semblante deslumbraba por el contraste con el paño negro
sobre la que se colocaba.
Por entonces eran famosos los bailes
de ánimas que estas cofradías organizaban también con fines económicos;
esta vez no para sacarle el dinero al beaterío, sino a la más jocunda
juventud. Lola Torres apuntaba en una conocida revista jiennense de hace
veinte años esta costumbre tan extendida en otro tiempo:
Otra
costumbre muy graciosa que se guardaba en muchos pueblos, como Cambil y
Larva, era que después de salir por las calles cantando y pidiendo para
las ánimas, se organizaba, al terminar, un baile en casa del hermano
mayor de la cofradía, donde los mocicos o mozuelos ofrecían una cantidad
de dinero por bailar con la mocica que les gustaba, haciendo una puja
en la que el que más daba, ese bailaba con ella, y el dinero se
ingresaba en el cepo de las ánimas. Y se daba el caso frecuente de
ofrecer dinero -con toda intención- por bailar con una muchacha que
estuviese en la reunión, con el fin de sacarle a éste todo el dinero
posible, que lo daba para evitar que otro bailara con su novia. Si
alguno se negaba a pagar, le obligaban a bailar solo con un candil
colgado de la cintura, por delante, y como solía amoscarse de la burla,
raro era el día que no salían del baile a garrotazos, costumbre que
siempre se esforzaron en suprimir los párrocos (12).
EL ORIGEN DE LA TAMBORA
Es
difícil, si no imposible, precisar cuándo fue incorporado este
instrumento que tanto ha trascendido para la conservación de esta
tradición cambileña. Soy de la opinión de que bastante tardíamente.
En
la comarca de Sierra Mágina, donde está muy extendida la costumbre de
procesionar el rosario al amanecer, se vienen utilizando los más
variados instrumentos para acompañar los cánticos en las despiertas de
la aurora. Casi siempre son los clásicos de cuerda: guitarras, laúdes y
bandurrias, a los que se unen el triángulo o las campanillas, como
antiguamente lo hacía la Hermandad del Rosario de Noalejo y aún hoy lo
hacen los campanilleros de Campillo de Arenas y Carchelejo.
En
Mancha Real la Monidura se acompaña de clarinetes y violines. Supongo
que en Cambil también se utilizarían instrumentos de cuerda cuando el
acto fuera realizado por un reducido número de hermanos de la cofradía
del Rosario con comisión especial para ello. Pero el gusto por el
trasnoche, sobre todo de la gente joven, debió de originar la masiva
asistencia al acto, que unido a la particular disposición urbanística
del pueblo, obligó a incluir en la orquestación instrumentos de más
resonancia, instrumentos de percusión: panderos, sonajas, campanillas,
cascabeles, etc. Quizá a alguien se le ocurrió la idea de incorporar una
gran tambora que marcara el ritmo de la música al coro multitudinario,
no siendo raro que a partir de este momento comenzara a hablarse de la
salida de la Tambora.
Lo cierto es que actualmente, en que está
incorporado plenamente este instrumento, se hace difícil conseguir que
la gente cante estas coplas a una voz, dificultoso por la intrincada
disposición de cuestas, esquinas y callejones o, quizá también, por la
especial disposición de algunos concurrentes al usar de los humores de
Baco para combatir los rigores de esa madrugada plenamente invernal, que
hace muchas veces acabar la función no en..., sino como el rosario de
la Aurora.
Desde que desapareciera la cofradía de Animas, ha sido
la familia Almagro la que ha velado por la continuidad de esta
tradición. Actualmente, con el apoyo de la Corporación municipal, se
intenta la creación de una Cofradía de la Aurora que se encargue de la
organización de esta fiesta y, particularmente, de esta costumbre en
toda su pureza.
CANCIONERO DE LA AURORA
A la Aurora venimos buscando que dicen que anda por este lugar recogiendo rosas y jazmines para los devotos que van a rezar.
Llegad y escoged esa rosa fragante y hermosa que pintó la Aurora contra Lucifer.
Alegría y más alegría que van clareando los rayos del sol, porque dicen que ha nacido el Verbo, Hijo de María, la Madre de Dios.
Hermanos, venid; hermanos, llegad, a rezar el Rosario a la Aurora si el reino del Cielo queréis alcanzar.
Es María la caña de trigo; San José, la espiga, y el Niño, la flor, y el Espíritu Santo es el grano que allí está encerrado por obra de Dios.
Tened atención que a los pies de la Aurora María rindió la cabeza el fuerte Dragón.
En la Plaza Mayor de Sevilla la rueda de un coche a un niño pilló y su madre, triste y afligida, el escapulario del Carmen le echó.
y se levantó, y se levantó el niño diciendo: la Virgen del Carmen me favoreció.
En la Plaza Mayor de Sevilla hay un desposorio que se puede ver, que se casa la Virgen María con el Patriarca señor San José.
Hermanos, venid; hermanos, llegad...
La cadena del Santo Rosario es una cadena de mucho valor, que con ella se sube a los Cielos a hablar con María, la Madre de Dios.
Llegad y escoged...
Al balcón de los Cielos se asoma la Aurora brillante de la Emperatriz, y los Angeles cantan a Gloria al ver al Rosario que empieza a salir.
Hermanos, venid; hermanos, llegad...
A la una o las dos de la noche estaba San Cristóbal en medio del mar, con el Niño de Dios en los brazos diciendo valerme, que no puedo más.
Tened atención...
Al abrirse la puerta del Templo, a la mano derecha repara y verás nuestro Padre Jesús Nazareno que con la Cruz a cuestas al Calvario va.
Hermanos, venid; hermanos, llegad...
En la cueva de la Penitencia Santa Rosalía su pelo cortó, y el demonio le daba combate y ella se consuela con llamar a Dios.
Tened atención...
Hermanicos, venid con silencio, porque a Jesucristo lo van a enclavar y a los golpes del duro martillo le tiembla la carne a su Majestad.
Hermanos, venid; hermanos, llegad...
Un devoto por ir al Rosario por una ventana se quiso arrojar, y la Aurora María le dijo: detente, devoto, y por la puerta sal.
Hermanos, venid; hermanos, llegad...
San Francisco se perdió una tarde, sus hijos gloriosos le van a buscar, se lo encuentran en el Paraíso recogiendo rosas del Santo Rosal.
Tened atención...
En tu puerta está la campanilla pidiendo limosna si la quieres dar, para hacerle a la Aurora una ermita, que no tiene templo donde habitar.
Hermanos, venid; hermanos, llegad...
Al Santísimo Rosario tocan con lengua de plata y pito de marfil, las ventanas del Cielo se abren al ver el Rosario que empieza a salir.
Llegad y escoged...
COPLAS DE ANIMAS
A las Animas Benditas no hay que cerrarles la puerta, que diciendo que perdonen ellas se van tan contentas.
Dale, por amor de Dios, limosna de caridad a las Animas Benditas, que Dios te lo pagará.
Tu padre dice llorando: ¡Ay!, hijo del alma mía, da por Dios una limosna que me abraso en llamas vivas.
Dale, por amor de Dios...
Las Animas en tu puerta mira qué afligidas lloran, que les des una limosna para subir a la Gloria.
Dale, por amor de Dios...
Si tu padre y madre vieras en llamas vivas arder, les dieras una limosna por no verlos padecer.
Dale, por amor de Dios...
Anotó la música de las canciones Manuel Pérez Garrido.
____________ 1. Rev. Don Lope de Sosa, año 1925, p. 77.
2. MARTINEZ DE MAZAS, José: Retrato al natural de la ciudad y término de Jaén. Jaén, 1794, p. 110.
3. Archivo Histórico Provincial de Jaén. Leg. 6.978, folios 54 al 61.
4.
Por este tiempo fueron fundadas la mayoría de las cofradías del Rosario
de la comarca, como la de Noalejo en 1583, Mancha Real en 1590 y las de
Campillo y Carchelejo, que ya existían a comienzos del XVII.
5. RIERA y SANS, Pablo: Diccionario geográfico... Barcelona, 1882. Vol. III, p. 253.
6. A. H. Diocesano de Jaén. Sección de Criminal. Cambil. Leg. s/n.
7. OYA RODRIGUEZ, Vicente: En torno a la Tradición. Programa de las fiestas de la Aurora de 1982 (Cambil), p 4.
8. A. H. Provincial de Jaén. Leg. 6939.
9. A. H. Provincial de Jaén. Libro 7659. Existe copia coetánea de este libro en el Archivo Municipal de Cambil.
10. A. H. Diocesano de Jaén. Arciprestazgo de Huelma. Caja 3, documento núm. 166.
11. OYA RODRIGUEZ, V.: En torno..., p. 6.
12. Rev. PAISAJE. Año 1965, p. 2.917.
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