Cada vez más hay más pobreza
energética, la que se produce cuando una persona no puede calentar su
vivienda por encima de los dieciocho grados
27.01.13 - 00:00 -DIEGO QUERO | @SURQUERO
El aire acondicionado y la calefacción son un
equipamiento de serie en la mayoría de vehículos que se venden en
nuestro país. Además de aportar confort, una temperatura correcta
también influye en la seguridad del conductor. En algunos vehículos,
incluso, hay climatizador, por lo que piloto y copiloto pueden disfrutar
de una temperatura distinta.
Un lujo que es más difícil de mantener en las viviendas.
Según los datos aportados por Cruz Roja, “el 10 por ciento de los
hogares en nuestro país no puede mantener su casa en condiciones
adecuadas de temperatura durante el invierno”. ¿Y cuál es la temperatura
a partir de la que uno es pobre energéticamente hablando?. Los expertos
coinciden en que para que una persona no sea pobre energético, la
temperatura de su casa debe estar entre 18 a 20º C en invierno y 25º C
en verano. Además, no puede destinar más de un 10% de sus ingresos a
pagar la energía con la que calienta o enfría su hogar.
La situación se puede hacer aún más dura en ciudades y
provincias como Granada o Jaén, donde las temperaturas en invierno son
más bajas que en otras provincias andaluzas o españolas. Las personas
más vulnerables a esta situación son los menores y los ancianos. Varios
estudios aseguran que la pobreza energética está causando un aumento de
la mortalidad, sobre todo por la relación con problemas cardiovasculares
y enfermedades respiratorias como el asma o la bronquitis, lo que
afecta sobre todo a personas mayores. Según el Observatorio para la
Sostenibilidad de España, “la pobreza energética podría estar siendo
causa en estos momentos de más muertes prematuras que los accidentes de
tráfico en carretera, siendo los más afectados los niños y ancianos de
las capas desfavorecidas”.
Una de las causas más evidentes de la buena forma de este
tipo de pobreza es la crisis económica. La bajada de ingresos o la
falta de ellos en muchas ocasiones, ha supuesto que no se pueda dedicar
dinero a la calefacción, que se lleva una gran parte de los gastos de
una vivienda. Tampoco las soluciones ‘limpias’ como la biomasa o la
energía solar fotovoltaica parecen ser un remedio eficaz, ya que la
inversión que hay que realizar en un primer momento no está al alcance
de muchas economías. Una vivienda que tenga más de trece años puede que
tampoco ayude mucho. Solo desde el año 2000 está en vigor las normas de
aislamiento en interiores y exteriores de viviendas, por lo que puede
que no se emplearan materiales que no dejan que el calor y el frío
desaparezcan de una vivienda.
Ante esta situación, la Cruz Roja ofrece consejos para
fomentar el ahorro energético, además de ayudar sobre el terreno en los
casos puntuales que pueden atender. La organización reparte mantas y
estufas, pero no pueden llegar a todo aquel que lo necesita, por lo que
se ha lanzado una campaña para concienciar a la ciudadanía sobre esta
situación.
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