Uno de los conciertos de Le Club. Foto: Justi MuñozDos años de vida no son muchos, pero la influencia del local se hace notar desde que no existe. El cierre de Le Club, sala que se caracterizaba por las sesiones de música en directo, limita la programación de conciertos de alcance nacional en la capital.
Nació con la vocación de convertirse en adalid de un estilo —una forma de hacer o una filosofía— a través de la música. Querían ser “la alternativa” a las demás salas, y los promotores de Le Club, Curro López y Sergio Gómez, apostaron muy fuerte. “Me he ido muchas veces de Jaén y, al volver, he sentido que no había sitios en los que pasar un rato y escuchar buena música”, justifica el primero su repetido empeño por crear esa opción. Quisieron llenar ese vacío con música que se escapa de la Radiofórmula y que pinchaban los fines de semana y, sobre todo, con conciertos. En los últimos dos años pasaron por Le Club grupos rock y pop interesantes del panorama nacional como Bigott, Fuel fandango o Miss Cafeína, pero en los últimos meses, a sus asombrosos carteles se añadió una coletilla: “No observes, únete”.
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