La marea blanca que acompaña al equipo jienense se vuelve con la frustación de no haber conseguido la victoria
1 de June de 2013
MIGUEL ÁNGEL CONTRERAS | ENVIADO ESPECIAL A VITORIA.-
Una
pena máxima, otra. El fútbol volvió a ser cruel con el Real Jaén, al
que la suerte (llamémosle así) ha sido esquiva en toda esta eliminatoria
de campeones. El Alavés de los récords, el de los 82 puntos, el llamado
poco menos que a barrerle según pronósticos y apuestas (y presupuesto,
más del doble en plantilla), sólo ha podido hacerle dos goles en 180
minutos, los dos de penalti:el primero en el descuento de la ida contra
diez, cortadas las alas del juego blanco por tanta entrada elevada a la
categoría de falta, y el segundo ayer muy dudoso(cuando no directamente
inexistente) precedido de falta previa a un defensor jienense.
Fue la clave, el clavo en el ataúd blanco, que hasta entonces tampoco había cumplido con su parte en el césped de Mendizorroza: marcar. Los de Herrero estaban obligados a hacer al menos un gol para subir y se fueron de vacío.
Fue la clave, el clavo en el ataúd blanco, que hasta entonces tampoco había cumplido con su parte en el césped de Mendizorroza: marcar. Los de Herrero estaban obligados a hacer al menos un gol para subir y se fueron de vacío.
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