VoltaireNo estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.

Voltaire



Miedo a las nuevas ideas?
No, a mí lo que realmente me horrorizan son las viejas ideas





martes, 31 de mayo de 2011

El 'otro' en el accidente de Ortega Cano: Le llamaban 'El Belga'

Pintor, 48 años, padre de Sara y Samuel. Le gustaba el teatro, escuchar a Triana, los amigos y pasear con Manoli, su mujer

31.05.11 - 04:35 -FRANCISCO APAOLAZA |
 
Tenía 48 años y media vida por delante. Dos hijos, una mujer y más amigos de los que se cuentan con una mano. Se llamaba Carlos Parra Castillo y la muerte le sobrevino cuando conducía su coche, en el kilómetro 28 de la A-8002, entre Castilblanco de los Arroyos y Burguillos, en la sierra de Sevilla. Carlos es la víctima número 554 en la lista de fallecidos en un accidente de tráfico en España este año. Pero no es uno más. En el coche que le trajo la muerte viajaba el torero Ortega Cano, que se debate entre la vida y la muerte en una cama de la UCI del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. Desde entonces, Carlos Parra ha sido «el otro, el que murió en el accidente de Ortega», famoso y anónimo, hasta hoy.
A las 22.39 horas del pasado sábado, los servicios de emergencias recibieron una llamada. Según el atestado policial, el coche que rodaba por el interior de la curva –un todoterreno que presuntamente circulaba a una velocidad inadecuada– invadió el otro carril. El atestado habla de un volantazo.... Justo en ese instante pasaba Carlos Parra en su Seat Altea. Choque frontal. Carlos murió en el acto. Los servicios de emergencia tardaron una hora en sacar a Ortega Cano del Mercedes destrozado. El impacto fue tan brutal que el motor del Altea salió despedido y golpeó a un tercer turismo, cuyo conductor resultó ileso.
Cuando se cruzaron con la fatalidad, el torero volvía a su finca La Yerbabuena –próxima al lugar– y Carlos se dirigía a trabajar a un hotel cercano en el que había encontrado un empleo recientemente. Cuentan en el pueblo que aquella noche hacía turno para sustituir a un compañero que se lo había pedido.
Ayer, lo incineraron en La Algaba, a 28 kilómetros de Castilblanco, en una ceremonia a la que acudieron cientos de personas. Antes de ser «el otro, el que murió», Carlos Parra era ‘El Belga’, un habitante de Castilblanco de los Arroyos cuya vida comenzó hace 48 años muy lejos del pueblo de la sierra sevillana. Vino al mundo en Charleroi (Bélgica), la ciudad más grande de Valonia, hijo de la emigración de la España de las vacas flacas. En 1962, sus padres, que se habían llevado al norte la nostalgia y la necesidad, trajeron al mundo a Carlos, español en la lejanía, un crío en la fría Bélgica que creció entre la añoranza. En julio y agosto, a España, al pueblo de su madre, Castilblanco de los Arroyos, que ayer decretó tres días de luto oficial por la muerte de su convecino.
En sus calles jugó los veranos de su infancia, aunque el amor le llegó en su país natal. El mismo destino que se lo llevó hace 48 horas de este mundo le puso delante a una belga, que casualmente descendía de padres españoles, como él. Se llama Manoli. Hace unos veinte años, ya nacida Sara, su hija mayor (su otro hijo se llama Samuel), ‘El Belga’ decidió que en Bélgica «llovía demasiado y hacía demasiado frío». Preparó las maletas e inició un viaje en sentido contrario al que hicieron sus padres.
Vuelta a España
En Charleroi, Parra se ganaba la vida como pintor de brocha gorda y en España trabajó de lo que sabía. Pero su pasión era otra. Ya de regreso al pueblo de sus orígenes se hizo técnico de sonido. «Le volvían loco el teatro, la música, el cine, los montajes audiovisuales», dice ManuelRuiz Lucas, que era alcalde del pueblo cuando llegó. Durante unos años, trabajó como técnico del teatro del pueblo. Precisamente con una foto del teatro lo recuerdan varios amigos en los foros de Castilblanco en internet. Cuenta Ruiz Lucas que lo quitó del puesto la política, «por tener ideas opuestas a las del actual alcalde». Ruiz explica que hubo juicio por despido improcedente e indemnización. En 2007, cuando dejó de estar a los mandos mágicos de la escena del pequeño teatro municipal, tuvo que volver a la pintura y a los trabajos audiovisuales esporádicos. Recientemente había adquirido un equipo de sonido nuevo que no llegó a estrenar. «Tenía muchas ideas, muchos proyectos de sus vídeos y de las cosas que le gustaban».
En el plano político, ‘El Belga’ se definía como miembro «de la auténtica izquierda» y trabajó junto al Niva (Nueva Izquierda Verde Andaluza, dirigida por Ruiz Lucas) en la última campaña de las municipales. «Era un hombre progresista y muy demócrata», aseguraba ayer a la vuelta de la incineración. Por la tarde, sus compañeros se reunían en la sede del partido de la calle Fontanillas para recordar a Parra. Además, era delegado de Comisiones Obreras y su familia había estado ligada tradicionalmente al Partido Comunista, un apego ideológico que sigue vivo: su hija Sara participaba en las listas del Niva en las últimas elecciones, en el puesto 17 (no salió elegida).
Política al margen, en lo personal era «una persona muy humana y con mucho corazón» a la que le emocionaban las canciones de Triana y el ‘Hasta siempre comandante’ que ayer le dedicaban sus amigos en las redes sociales. Sus dos hijos, Manoli, el pueblo, correr y andar por el campo eran sus otras pasiones. Ahora, los suyos están «desfondados, destrozados después de dos días enteros sin dormir» ante el revés del destino en la curva de la A-8002.
Hoy Carlos Parra aún posa en la foto de su perfil en Facebook junto a su mujer en lo más alto de un monte, sonriente con su mechón gris en el flequillo, ajeno a la tragedia que deja tras su partida, el día en que se convirtió en «el otro, el que murió» en el accidente de Ortega Cano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario