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domingo, 29 de mayo de 2011

Yo particularmente, como lo he leído así lo he puesto

La Atlántida estaba en Jaén
 Sábado, 28 de Mayo de 2011 11:28 Gestor D_J JAÉN - NOTICIAS LOCALES

El continente perdido. Antonio Morales muestra algunos de los documentos de su investigación. Justi Muñoz
La Atlántida, ¿leyenda o realidad? Decenas de investigadores han buscado, a lo largo de los años, vestigios que probasen la existencia de este mítico continente. Hay estudios que lo sitúan en las inmediaciones de las costas de Cádiz y Gibraltar, pero otros le acercan a Jaén. Ahora ve la luz una nueva línea de investigación que arroja datos inéditos sobre su ubicación. Cuando Antonio Morales comenzó su investigación para encontrar a los toros colorados no se le pasó por la cabeza, en ningún momento, que sus pesquisas le podrían conducir a esclarecer algunos aspectos sobre la ubicación del viejo continente de La Atlántida en Jaén. Su intención era descubrir el origen de la casta fundacional Jijona, el toro de Gerión, rey de Tartessos. Desde hace miles de años estos toros estaban destinados, exclusivamente, a su sacrificio por parte de los sacerdotes para interceder ante el único Dios que tenían los atlantes, y, según Antonio Morales, se situarían en la Sierra de Segura.
Sin embargo, esta línea de investigación llevó a este jiennense, apasionado de la historia, a toparse con datos que arrojan una nueva luz a la ubicación del mítico continente de La Atlántida. Porque no es la primera vez que se cita a Jaén como la cuna de esta civilización. Esas investigaciones adolecían de un punto y es que La Atlántida debía estar localizada donde hubiera una isla y, hasta ahora, no se tenía constancia de que la provincia fuera puerto de mar. La información de Antonio Morales viene a demostrar que Jaén era navegable. Porque, según sus investigaciones, La Atlántida desapareció, no porque se hundiera, sino porque se unieron dos continentes que, después,  conformaron la Península Ibérica y, por lo tanto, hizo desaparecer el continente. La navegación se producía por encima de lo que ahora son las vegas del río Segura y del Guadalquivir. Aunque parezca imposible, como reconoce Morales, hace miles de años las placas tectónicas estaban separadas y con su movimiento hicieron subir el nivel de la tierra sobre el nivel del mar, hasta hacer desaparecer el continente. De esta manera, la ciudad principal era Jaén (la capital de La Atlántida) y la orilla del mar era Mengíbar, por donde pasa ahora el cauce del Guadalquivir. En la Sierra de Segura se ubicaría la segunda ciudad más importante del continente.
Una de las formas de avalar esta teoría es cumplir con los 24 axiomas acordados en los congresos de atlantógos de 2005 y 2008, celebrados en Grecia. Los científicos participantes en los encuentros establecieron, debido a la gran cantidad de ubicaciones que iban surgiendo a lo largo de la historia por todo el planeta, las condiciones básicas que toda propuesta debe cumplir previamente para poder ser candidata a ser investigada por el mundo intelectual. Los descubrimientos de Antonio Morales —que serán recogidos en una publicación— cumplen, uno por uno, cada una de estas premisas. Por ejemplo, el primer punto determina que la ciudad principal debía estar ubicada en una isla y, precisamente, el grueso de su investigación viene a demostrar este hecho. Otra de las premisas, por ejemplo, es que la ciudad principal debe haber sufrido una destrucción física devastadora de proporciones sin precedentes. Antonio Morales puede demostrar que un terremoto destruyó las paredes del gran lago interno llamado Ligústico, y llevó a una gran inundación hacia la cuenca del Guadalquivir. Una especie tsunami. Algo así como si se rompieran las murallas de un pantano veinte veces mayor que el Tranco de Beas.
A parte de cumplir, a raja tabla, las condiciones que impone el colectivo científico, Antonio Morales también ha hecho llegar su estudio a otros profesionales para que verifiquen sus datos. Así, el método utilizado ha sido avalado  y supervisado por el profesor y catedrático de Historia, José Fernández García. Tal y como ha confirmado a este periódico, el trabajo de Antonio Moreales es “muy meticuloso, de gran rigor y muy acertado”. El intenso y estricto trabajo cuatro años de Morales da un giro a los descubrimientos realizados hasta ahora que deberán ser analizado por la comunidad científica internacional. Esperanza Calzado / Jaén

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