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sábado, 19 de noviembre de 2011

Competencia advierte de que las grandes tiendas aplastan al olivar


La Comisión Nacional de la Competencia pone el “cascabel al gato”, pese a que suena desde hace tiempo desde los productores, cooperativas, fabricantes, envasadores y hasta el propio Gobierno de Andalucía. Este organismo ha estudiado el mercado agroalimentario y avisa de prácticas comerciales que son muy peligrosas. Después de leer el documento, la sensación es de angustia. La Comisión Nacional de la Competencia ha hecho público el “Informe sobre las Relaciones entre Fabricantes y distribuidores en el Sector Alimentario”, que repasa las operaciones de compra y venta entre los que cuidan la tierra y comercializan sus productos y las empresas que acuden a comprárselos. Pese a que no lo dice explícitamente, la Comisión de la Competencia advierte de que la gran distribución puede aplastar el olivar por las relaciones comerciales que se producen con el aceite de oliva, lo que tiene un impacto inmediato en los precios a los que se vende el zumo de aceituna en las cooperativas y almazaras en las operaciones que se realizan a granel. 
La Comisión Nacional de la Competencia es más odiada que querida por los productores jiennenses. Aún se acuerdan de la paralización de Cecasa —empresa para guardar aceites y motivar subida de precios—, pese a que luego los tribunales le quitaron la razón y la entrada en algunas empresas y en la federación de cooperativas para ver si pactaban los precios —en 2006— en una campaña marcada por las heladas en la que la escasa cosecha hizo que el precio del aceite superara los cuatro euros en las ventas en origen. Sin embargo, en este informe se pone de su lado, pese a que, luego, tampoco hace nada. Precisamente, de esto se quejaba Jaime Carbó —presidente de Anierac y consejero delegado de Deoleo, el antiguo Grupo SOS— en su comparecencia pública en Madrid para presentar los datos de los grandes envasadores de aceite.
El problema radica en que las prácticas ponen en peligro al olivar y a toda la estructura productiva del aceite de oliva, pero no hay texto alguno que pueda decir que son ilegales. Más bien, la Comisión Nacional de la Competencia avisa de dos estructuras bien diferentes. De un lado, la gran distribución, que está tremendamente organizada y concentrada. Por el otro, los productores y fabricantes, que no tienen poder alguno para la negociación.
las prácticas. La Comisión Nacional de la Competencia indica que estas fórmulas conllevan tremendos riesgos. Asegura que los pagos entre el distribuidor y el proveedor —las cooperativas y fabricantes de aceite— están determinados por el que compra. Los que se llevan el aceite son los que marcan las condiciones. Además, recalca que las reglas comerciales no se suelen fijar por escrito entre ambos, por lo que se producen modificaciones imprevistas. Dicho de otro modo, no hay una relación constante entre los grandes compradores de aceite y los que venden, que se sienten amenazados constantemente con perder a su comprador. Asimismo, la Comisión Nacional de la Competencia indica que los distribuidores solicitan información con mucha antelación a los productores de aceite —en este caso concreto—, lo que hace que tenga una planificación perfecta. Asimismo, existe un tremendo celo en relación a la entrada de terceros en la relación comercial o, explicado de otra manera, si una gran marca de distribución teme que la otra entre en su negocio suele marcharse y dejar colgada a la cooperativa o almazara con la que hacía negocio.
Esta coyuntura se debe al importante avance de la marca de los distribuidores —firmas de los grandes supermercados o hipermercados—, que se utilizan para tirar de los precios hacia abajo o arrinconar a otras marcas. Además, la Comisión Nacional de la Competencia muestra que las grandes tiendas han conseguido atraer a los compradores con un desarrollo de su modelo. Por ello, si se quiere vender el producto, hay que ponerlo en sus estanterías. Enrique Alonso / Jaén



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