La crisis económica ha desatado también un terremoto
político en el que ningún Gobierno europeo parece resistir sus efectos
en el paso por las urnas. Uno tras otro, dirigentes y partidos, van
cayendo, víctimas de una gestión que no supo prevenir la catástrofe o de
unas políticas de austeridad que no acaban de surtir efecto. Lo estamos
viendo ya, pero ¿qué sucederá con los que vienen, una vez pasado el
entusiasmo y la euforia del triunfo? Los último datos apuntan a que los
malos tiempos van a durar más de lo previsto, al menos dos o tres años, y
que la andadura de los Gobierno entrantes por un páramo de dificultades
y estrecheces puede provocar nuevos descalabros.
La primera réplica política de la crisis se produjo en la isla volcánica de Islandia
en enero de 2009, todo un símbolo del derrumbe económico que se estaba
produciendo. El colapso económico islandés víctima de su sofisticada y
artificial ingeniería financiera provocó la victoria histórica de la
oposición de izquierdas. Los males del Gobierno no se quedaron ahí y el
primer ministro, Geir H. Haarde, debió responder ante los tribunales por
sus negligencias.
A Islandia le siguió Irlanda, cuyo Gobierno del Fianna Fail no pudo sobrevivir a la humillación del rescate económico de la UE. En el Reino Unido, el laborista Gordon Brown ya
estaba condenado de antemano mucho antes del 11 mayo de 2010, incluso
por sus propios correligionarios. La crisis económica no hizo otra cosa
apuntillar el relevo en Downing Street y abrir paso a la alianza de
conservadores y liberales.
En Portugal, al socialista José Sócrates no
le valió su rápida reacción ante las turbulencias financieras. El
primer ministro luso adoptó tres planes de austeridad con el fin de
evitar un rescate financiero, planes que redujeron el sueldo de los
funcionarios y subieron el IVA hasta el 23%, además de una larga lista
de recortes de gasto. El último plan de ajuste fue rechazado por el
Parlamento en marzo de 2011 pese a contar con el visto bueno de
Bruselas, lo que motivó su dimisión, la convocatoria anticipada de
elecciones y la derrota socialista en junio. Si en Portugal ganó la
derecha, en Dinamarca lo acaba de hacer la izquierda, el pasado día 15,
poniendo fin a diez años de sucesivos Gobiernos de centro-derecha.
Nicolas Sarkozy también se prepara para lo peor tras
ver como la izquierda conseguía un triunfo histórico al hacerse con la
con la mayoría en Senado. Las presidenciales francesas están previstas
para abril y mayo de 2012 y a lo largo de los próximos meses el Gobierno
ya ha avanzado una batería de impopulares pero obligados recortes que
no le van a beneficiar precisamente. En Alemania, Angela Merkel
tiene algo más de margen hasta la cita con las urnas del 2013, pero su
popularidad está en caída libre. El pasado 18 de septiembre la canciller
sufrió la sexta derrota regional consecutiva y su cuestionamiento ya no
se limita a la república federal sino que su actuación en la crisis del
euro, precisamente lastrada por sus intereses electorales, ha recibido
un aluvión de críticas.
'Il Cavaliere'
En Italia y en medio de constantes escándalos judiciales y extrajudiciales, Berlusconi juega
al despiste con su presentación o no a las generales de 2013. ‘Il
Cavaliere’ ya recibió el pasado 29 de mayo un serio aviso en su bastión
de Milán, donde el centroizquierda arrasó en las municipales.
En España, con Rodríguez Zapatero haciendo mutis por el
foro, Alfredo Pérez Rubalcaba afronta la ardua tarea de minimizar las
pérdidas ante la previsible victoria de Mariano Rajoy y el Partido Popular.
Pero el líder de la oposición ya comienza a sentir el aliento de la
crisis en la nuca y en las piernas. El dirigente popular se resiste a
concretar qué hará si gana las elecciones, si prorrogará los
Presupuestos o mantendrá la congelación de pensiones y la bajada de
sueldo de los funcionarios que tanto criticó. La cuestión es que con una
situación económica tan volátil nadie sabe cómo va a estar el panorama
en diciembre. En su entorno se teme que le suceda como a Cameron en Gran
Bretaña, donde el Gobierno perdió el apoyo de los ciudadanos en solo
medio año.
Tras seis meses en el poder, en mayo, según una encuesta
de ‘The Guardian’, el respaldo de un 59% a las decisiones tomadas se
redujo a un 43%. El pasado julio otras encuesta del mismo diario
certificaba que la mitad de los británicos consideraba que Cameron no
había hecho un buen trabajo y que no había demostrado un liderazgo
suficiente. Con el horizonte económico que se nos presenta, el temor no
solo se percibe en Rajoy sino en la inmensa mayoría de los que
acudiremos a depositar el voto el próximo 20-N.
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